domingo, 23 de agosto de 2015

Viaje a Suiza Real-Life IV: Lauterbrunnen-Staubachfalle-Trummelbachfalle-Mürren-Berna.

De cómo los dos "matrimonios de Cádiz" visitan el valle de Lauterbrunen, les cae la mundial de agua y tienen que salir pitando para Berna.
Viaje a Suiza Real-Life.
Parte Cuarta: Lauterbrunnen, sus cascadas, Mürren y la capital: Berna.
La charla en el desayuno versa sobre el excelente día que tuvieron ayer en la visita al Matterhorn, y sobre una de sus consecuencias evidentes en las caras, frentes y coronillas de los varones de estos dos “matrimonios de Cádiz”.
Los esposos, que el día anterior, no hicieron caso a las advertencias de sus cónyuges, han comprobado en sus propias carnes (pieles, mejor dicho) que no sólo en la playa de La Victoria el Sol y los rayos ultravioletas hacen sus efectos. Ambos tienen las frentes quemadas con trozos de piel que comienzan a despegarse y pequeñitas ampollas  aqui y allá; las narices sobresalen como carúnculas de pavo, y uno de ellos tiene el cartón de la coronilla rojo como un salmonete de roca, y lo que es peor, le pica, le pica mucho.

Con melva canutera en aceite de oliva de Bárbate, unos pimientos morrones enteros y un poco de mayonesa que han comprado en la tiendecita cercana al hotel, junto con las barras de pan blanco a tres francos suizos cada una, han hecho hoy unos “Dobladillos de Melva” al estilo de la Punta de San Felipe. Recuerdos de juventud.

El día ha amanecido con algo de nubes y un poco más fresco que ayer. 
Para la mañana han previsto: LAUTERBRUNNEN con sus CASCADAS: STAUBACH y TRUMMELBACH, MURREN y el MIRADOR de SCHILTHORN
Para la tarde han dejado BERNA.

El valle de LAUTERBRUNNEN es uno de los más espectaculares de todos los Alpes, con una longitud aproximada de 15 kms, y un paisaje dominado por paredes verticales de montañas y cascadas de agua del deshielo, es famoso por el intenso verdor de sus bosques y praderas. Es un valle largo y estrecho abierto por uno de sus extremos y flanqueado por altos muros casi verticales con gran cantidad de cascadas que caen desde las alturas por sus paredes.

Al llegar a LAUTERBRUNNEN encuentran un pequeño aparcamiento junto a la iglesia, funciona con una maquina automática expendedora dentro de una casetilla, por 1 franco suizo emite un ticket que les da para una hora de estacionamiento, tiempo más que suficiente para visitar la cascada de STAUBACHFALLEN.




Cruzando un pequeño parque infantil, poco más de 50 metros, se llega al pie del camino que lleva a la pared por la que cae la cascada.


Ascendiendo por un sendero compactado salpicado, cada cierto tramo, por escaleras metálicas y por caminos abiertos en la misma roca, se llega hasta una oquedad abierta en la pared que te sitúa justo detrás de la cortina de agua de la cascada. La situación pide a gritos una foto, y los turnos para la instantánea acreditativa se suceden entre los turistas que van llegando al final del trayecto. No somos nadie sin una foto.
Las vistas del pueblo y el valle son igualmente de foto pero menos requeridas a efectos identitarios del turista.


Creo que en toda la semana de visitas en Suiza, que comenzaron hace un par de días, esta es la única visita que harán, ambos “matrimonios de Cádiz”, sin tener que pagar un solo franco suizo; lo que no sé cuánto tiempo les llevará a los políticos suizos solucionar esta singularidad.


Tras calentar la musculatura de las piernas, escaleras arriba y escaleras abajo, se dirigen hacia la siguiente parada: CASCADAS DE TRÜMMELBACH.
 

Al incorporarse a la carretera desde el parking se gira a la derecha y, a unos 2 kilometros de Lauterebrunnen en dirección a STECHELGER, unos 5 minutos en coche, con parking gratuito a la entrada, se encuentran las TRÜMMELBACHFÄLLE. 10 cascadas encadenadas. 20.000 litros/seg que provienen del deshielo de los glaciares de Mönch, Eiger y Jungfrau que bajan al valle horadando la montaña Schwarzer Mönch.
 
Al pie de la montaña, by cash only, hay que sacar “la de Ubrique”, y tras depositar 11 francos suizos por viandante, te dejan pasar por un torno giratorio. Aquí no hay descuento que valga: paganini tutto mondi, paganini completi.
A los pocos pasos, suben a un ascensor para traspórtarlos al inicio del recorrido a pie; el traslado se produce física y materialmente enlatado con otros tantos turistas, tantos como caben; estamos de suerte, hay pocos chinos/japoneses con lo que se libran de algún que otro empujón de más.

  

El ascensor los deja entre la 6ª y la 7ª cascada de las 10 que componen todo el entramado. Al salir del ascensor, bajan un poco para ver la 6ª cascada y, luego suben hasta la 10ª para posteriormente bajarlas todas, hasta el lugar de donde parte el ascensor, para finalmente recorrer un pequeño caminito que lleva a la última de las cascadas y, comienzo del riachuelo que forma todo el torrente de agua que sale de la montaña.



La visita les parece interesantisima y van sorprendidos de tanta agua y, según uno de los maridos, de tanto potencial eléctrico desaprovechado, por lo que propone la disposición estratégica de varias turbinas hidráulicas y sus correspondientes alternadores eléctricos: “a 20.000 litros por segundo se podría sacar electricidad suficiente para suministrar energía, a vete tú a saber, a cuantas viviendas”. A ellas, menos prosaicas y mucho más líricas, les llama la atención tanto estruendo de agua cayendo y tanta fuerza de la Naturaleza en tan poco espacio.

En fin, al finalizar la visita vuelven sobre sus pasos y en LAURTERBRUNNEN sacan billete para subir hasta MÜRREN y, para desde aquí dirigirse al mirador de SCHILTRHORN.



Para llegar a MÜRREN desde LAUTERBRUNNEN hay que coger primero un funicular que te deja en GRÜTSCHALP, a unos 1.489 metros de altitud  y, luego un tren de cremallera hasta el destino final, MÜRREN, a unos 1.645 metros de altitud. La multa ida/vuelta asciende a 22 francos suizos. 

Sin embargo, esta mañana antes de comenzar el itinerario previsto, ambos “matrimonios de Cádiz”, estudiada la situación crematística, los medios de trasportes necesarios para acceder a los lugares de intereses y los diferentes descuentos posibles, se deciden por adquirir el SWISS HALF FARE CARD, a su entender la mejor opción cuando se usa coche para los traslados.


La tarjeta, que es nominal y tiene validez de un mes, cuesta 120 francos suizos (unos  112 euros), se vende en todas las estaciones de trenes. Con ella obtienen un descuento del 50% en la mayoría de trasportes. Al comprar la tarjeta les dan un mapa con los itinerarios y descuentos aplicados.



Así pues, tras aflojar 11 francos suizos por persona cogen el funicular que les llevará a GRÜTSCHALP, y de aquí en tren cremallera hasta MÜRREN.


El solo trayecto en el funicular es precioso, aun estando el dia nublado, los paisajes son de postal. En estos momentos, no les preocupa a donde les lleva el funicular, solo disfrutan de las vistas.

Definitivamente los suizos son ferroviarios: son maquinistas, jefes y auxiliares de estación, peones de vía, guardagujas, revisores y vendedores de billetes de tren, da la impresión que han montado un gigantesco “scalextric” de trenes, los ves como disfrutan con todas las maquinas, mecanismos y enganches.
Se les nota que les encantan y están orgullosos de sus trenes; tienen de cercanías y de larga distancia, trenes ligeros y tranvías, funiculares y trenes de cremallera, y juegan con ellos: ahora paramos a este para que pase el otro, la locomotora puesta en sentido contrario a la marcha para contrarrestar la cuesta, en la estación cambiamos la máquina del funicular, revisamos las ruedas, los engranajes y los ejes. Están todo el día jugando con el gran juego de trenes que han montado. Si eres como los suizos, y te pirras por un gorro de jefe de estación y su banderola, este es tu país.



El tren cremallera que los llevará a MÜRREN es una monería, es un trenecito de juguete pero a tamaño natural, divertidísimo con su conductora que no para de hablar, eso sí, en alemán, pero habla. Y ellos, sonrien.

La cabina de la maquinista tiene dos asientos supletorios para ayudantes; uno de los maridos, con un poco de arrojo y, usando el lenguaje internacional de las señas y mímicas, logra que les dejen sentarse a ambos, con lo cual tienen las mejores vistas posibles del recorrido que se produce a menos de 30 kms por hora.


MÜRREN es un pequeño enclave, muy cuidado y encantador. Lo que pudieron ver, en otras palabras, la calle principal, presentaba un muy buen aspecto, con todas sus ventanas y balcones, y jardincitos, muy cuidados. Digo lo que pudieron ver, puesto que al poco, de dejar la pequeña estación de trenes comenzó a llover, de primeras, gotas sueltas y finas pero de ultimas, una cortina de gotas grandes.  Con estas buscaron donde guarecerse, como harto difícil, pues no había mucho resguardo en aquella calle hasta que por fin, lo encontraron en la entrada de un pequeño museo local.



Allí mismo, y dado que la lluvia no amainaba, mientras ven pasar a toda la fauna de turistas que deambula buscando refugio, unos muy preparados con ropa impermeable de montaña y otros con chanclas y pantalones cortos (hasta aquí llegan los norteamericanos de la costa Este: los de las chanclas), dan cuenta del bocadillo, la barrita de cereales y la fruta del día. Parlamento: deliberación sobre el siguiente movimiento.
Era obvio, con la lluvia arreciando y las nubes entrando sin cesar por el valle, desistieron de ir al mirador de Schilthorn. 

En otra ocasión, si es que la hay. Camino de vuelta y a Berna.

Hace frio y la lluvia no deja de caer, corren hasta la estación de trenes buscando refugio, sin conseguir, en los salientes de las fachadas de las casas, llegan al HOTEL ALPINA, que tiene una cafetería con excelentes vistas a las montañas que enmarcan el valle.  Después del escueto almuerzo piensan en un cafetito caliente. Adjunto la factura, sin comentarios a los precios.
  

La bajada no deja de impresionarles, y disfrutan del verdor de la montaña y de la fina lluvia que comienza a cesar. 



Tras coger el coche enfilan para BERNA donde aparcan cerca de la estación de trenes.
 

El casco antiguo de BERNA (Altstadt), el mejor conservado de toda Suiza, es muy fácil de visitar,  pues se trata de un fondo de saco envuelto por el rio Aare. Este rio Aare que hemos visto varias veces en su recorrido. En resumen, se puede decir que el casco antiguo de BERNA consta de tres calles salpicadas de fuentes adornadas con figuras alegóricas pintadas de colores, por torres con relojes y cruzadas por dos avenidas más anchas. Cómoda para andar, tienen una calle más comercial y otra más alternativa. Dieron varios paseos arriba y abajo disfrutando de esta Centroeuropa que les es tan distinta a su Andalucía.

Las calles del centro están atestadas de terrazas con suizos tomando vinos. Aquí le dan al levantamiento de codo; a medida que los comercios van cerrando las terrazas se van llenando de clientes ávidos por darle un tiento a la media limeta.


Los “dos matrimonios de Cádiz” deambulan de una calle a otra, deteniéndose en la fuente del gaitero (no está subvencionada por la sidra. Perdón, no he podido evitarlo),  y en la fuente del cazador o en la del ogro, y en otras muchas que van encontrando, les llama la atención la doble escalinata con balaustrada de tracería del Ayuntamiento; pero es frente al pórtico principal de la Catedral con la advocación de San Vicente de Zaragoza, martirizado en Valencia en el siglo IV, donde uno de los maridos se explaya: “¿A ver quién me acierta el nombre de cada una de las figuras del pórtico?.  Tras un par de segundos, no muchos más: Yo os lo cuento:



En el centro está Jesucristo,  a su lado derecho la Virgen Maria y a su izquierda San Juan Bautista. 
En el lado izquierdo, el de la Virgen están San Pedro con la llave; San Juan el Evangelista con el cáliz; San Bartolomé con el cuchillo que lo desollaron; San Judas Tadeo con la maza de su martirio, 


San Mateos que aquí aparece con hacha, y este último debe ser Santo Tomás el arquitecto.



En el lado derecho, el de San Juan Bautista, se encuentra San Pablo que no era apóstol, pero ha sustituido a Judas Iscariote por judas; Santiago el Mayor con su bastón, su sombrero de ala ancha y su concha; San Andres con la cruz aspada, San Felipe con su cruz; San Simón que no aparece con sierra sino con espada y Santiago el Menor con la bandera del primero Obispo de la Iglesia.

Y todo esto, porque aunque hoy en dia el templo es de culto protestante, en sus orígenes y construcción fue catedral católica.
 
Tras tamaño derroche de cultura iconográfica apostolical y romana, encaminan sus pasos hacia el foso de los osos, típica imagen de la ciudad.  Para ello se dirigen hacia el puente de NYDEGGBRÜCKE, pero al llegar al inicio del foso se encuentran con un gran cartel de obras. El gozo en un pozo, en este caso, en un foso.

Sin signos de desánimo evidentes cruzan la avenida y, justo enfrente, en la esquina de la izquierda sale ascendiendo un pequeño camino de tierra compactada que los llevará al Jardín de las Rosas, donde hay, como su nombre indica, muchas rosas, de diferentes orígenes, el inconveniente es que estamos en el mes de Agosto, y no es precisamente este un mes muy bueno para las rosas.  Las vistas del casco antiguo de Berna son muy bonitas, encuentran un banco y descansan del esfuerzo de la subida.



Allí mismo, hay un bar-restaurante con una gran terraza y  como era de esperar, sucumben a la tentación, y deciden someterse a la impiedad de la carestía económica de Suiza.  La temperatura es muy agradable, la noche va cayendo y las vistas de la ciudad inigualables, ¿quién se resiste?
La factura, sin comentarios:
 


Están dando por concluida la jornada turística del Martes, un poco cansados bajan la cuesta y cruzando de nuevo el puente, recorren por última vez, la calle central del casco antiguo, las terrazas se han animado, casi no hay tráfico y el ambiente es muy distendido.

Ya en el coche, repasan el día, quejándose de la lluvia que les ha impedido visitar el Mirador de Schilthorn y se felicitan por la visita a Berna. El casco antiguo coqueto y tranquilo es suficiente razón para dedicarle una tarde, y la subida al Jardín de las Rosas remata el conjunto de la ciudad.

Uno de los dos “matrimonios de Cádiz” comentan entre si lo cansados que están, ya se ha venido la noche y el movimiento acompasado del coche hacen el resto: se han quedado dormidos¡¡¡¡¡¡¡. La esposa del conductor le espeta: Oye, luego no vayas a decir que yo duermo mucho, eh?.




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