sábado, 15 de agosto de 2015

Viaje a Suiza. Real-Life II. Cádiz-Málaga-Zúrich-Thun

De cómo los "dos matrimonios de Cádiz" salieron tempranito, llegaron a Zurich, visitaron Thun y tan placidamente se alojaron en su hotel en Frutigen.
Viaje a Suiza Real-Life.
Parte Segunda: La llegada



Ningún viaje empieza bien si no lleva aparejado un levantarse muy temprano; mejor aún, un acostarse tarde haciendo las maletas y dejando solucionado los últimos detalles caseros y un buen madrugón. Pero madrugón de esos que te duele hasta el “sentío”. Dicho y hecho, el despertador de la mesita de noche y el del móvil sonaron, con una diferencia de segundos, a las cuatro en punto de la mañana. Yo, normalmente, a esa hora no existo.
En un plis-plas: cerrar las maletas-envolver los cuatro bocadilos cubanos-Cádiz-“cafelito bebio” en La Palmosa, Alcalá de los Gazules-Málaga-Zúrich.  Te levantas a las cuatro de la mañana en Cádiz y, antes de la una de la tarde, estás en el Aeropuerto de Zúrich con cara de magdalena seca pero contento. La verdad, eso no lo hago yo ni por dinero.

Primer suspense: esperar las maletas. Salían maletas en la cinta trasportadora: una maleta. Se para la cinta. Salen maletas en la cinta trasportadora: dos maletas. Se para la cinta. Nos falta una.  Chungo, aquello tenía más mala cara que los pollos de Simago. 


alen maletas en la cinta trasportadora: la maleta que faltaba. Alivio.

Segundo suspense: recoger el coche de alquiler. Parking 3. ¿Dónde está el parking 3?. Van despacito leyendo y siguiendo los símbolos del parking que van encontrando. Lo hacen pero como si conocieran el aeropuerto de toda la vida. Vamos suizos, suizos que son ellos. ¿Dónde queda el parking 3?. Pues allí lejos, pero lejos, en el otro extremo del aeropuerto. Y, ¿en qué piso está la oficina del rent car?. Cuidado porque las oficinas de los rent car están en el piso 1 del parking 3, pero dentro del aeropuerto, saliendo del ascensor a la izquierda girando luego a la derecha; y no en el parking que es donde se aparcan los coches. Están todas las casas de alquiler juntas una al ladito de la otra.

Tercer suspense: el idioma. “No problemo”, uno de los esposos en cuanto sale al extranjero, por una enigmática ciencia infusa habla inglés que te cagas. Fácil: rent es “alquilar”, car es “coche” y, el dedo índice de la mano derecha apuntando al pecho es “yo”. Así pues, con estas habilidades adquiridas de tan peculiar forma, el ínclito e ilustrado esposo se dirigió al mostrador de la Compañía SIXT, depositó con decisión su carnet de conducir a la vista del empleado y dijo “rent car me” señalándose a si mismo.

En Suiza, la gran mayoría de la población habla alemán (65%), casi una cuarta parte francés (21%) y un pequeño resto italiano (7%); todo ello según la influencia geográfica de los países del cual las lenguas son originarias. Pero con el inglés, en la práctica, te puedes apañar. Todas o casi todas las personas que trabajan atendiendo al público son muy amables y se manejan bastante bien con el inglés.

Cuarto suspense: ¿cómo iban a caber aquellos cuatro maletones en el maletero del BMW Serie 1 (360 litros) que le habían entregado en alquiler?. Nada, “No problemo”, los dos “matrimonios de Cádiz” han visto muchas veces los montajes equilibristas de los coches marroquíes cuando enfilan a Algeciras para cruzar el estrecho: quitaron la bandeja del maletero, apilaron maletas y la que no cabía pues en el asiento de atrás entre las dos esposas. Eso es: un esposo conduce, el otro, con las gafas de presbicia puestas mira el mapa y el GPS, y las dos esposas se sientan detrás con las manos agarrando la maleta no vaya a moverse mucho.

Ya estaba todo resuelto y pudieron salir del aeropuerto, con dirección a Thun, exactamente al Lago Thunersee, donde habían decidido hacer el primer picnic del viaje, antes de ir al coger la habitación del hotel.

Suiza tiene uno de los más bajos índices de criminalidad pero, en función de lo que vieron, no pueden decir lo mismo de la siniestralidad circulatoria. En el trayecto desde Zúrich a Thun (157 kms) vieron dos accidentes; uno de los cuales fue un golpe por alcance que sucedió justo en el carril izquierdo contiguo al de su coche. Como medida de precaución apagaron la radio y no mantuvieron conversación alguna con el conductor al objeto de no distraer su atención de la conducción.

Sobre las cuatro de la tarde dieron con el Lago Thunersee que lo forma el rio Aare, en una esquina tiene la ciudad de Thun y en la contraria la de Interlaken.



Para hacer el pic-nic inaurgural eligieron los jardines con unas vistas impresionantes al lago que tiene el Schadau Park.  Unas paralelas


y sucesivas paredes de montañas coronadas por nubes servían de fondo a un lago surcado por infinidad de barquitos a vela.

Para bajar el bocadillo por el gaznate compraron cuatro botellas de agua, (estaban contenidos y se refrenaron con las coca-colas y cervezas), en un pequeño bar en el interior del parque. Y aparecieron las primeras risas: 20 francos suizos por 4 botellas de agua, o sea, casi 5 euros la botellita de agua clara, clarita, sin gas ni sin nada más; bueno, con el tapón sin abrir sí que venían.

Con estas se subieron al pretil del lago, dejando balancear sus piernas al agua, cual muñecos de la Tía Norica, viendo como nadaban los cisnes en la ribera cercana del lago, mientras daban cuenta con determinación cada uno del bocadillo asignado.


En el parque junto con el Wocher Panoram (1.814 edificio circular con la más antigua representación de la vida cotidiana de Thun) tiene un pequeño castillo, bastante coqueto, convertido en restaurante.

Y hete aquí, que había una boda.  Los dos “matrimonios de Cádiz” comentaron aquello de: “nadie aprende por cabeza ajena, ochú, dos tontos más”.  Tuvieron que girar los cuerpos y dejar de mirar al lago con sus cisnes para observar la pradera frente al restaurante con el espectáculo nupcial. Un Domingo nupcial.  El novio, ya con cierta edad, no era precisamente el prototipo de la belleza helvética masculina que ellas esperaban, era……, para que vamos a dar rodeos, era….. feo de solemnidad. Allí mismo las esposas hicieron conjuntamente la descripción: el novio es de constitución leptosomica, fíjate, es largilucho y delgado, de hombros estrechos y caídos, su musculatura es débil, tiene el cráneo pequeño, las manos son delgadas y el tórax aplanado, su rostro es alargado y estrecho con unos ojos celestes saltones que aún lo hacen más leptosomico y feo. En conclusión: un asco de novio. La novia, no es que fuera tampoco la gran beldad helvética que ellos esperaban, pero sus encantos corporales expuestos a la vista ocultaban cualquier falta que se pudiese poner a su rostro; es por ello que los maridos se miraron y asintieron sin decir palabra, lo cual tiene que ser entendido como aprobación al buen escote compensatorio que llevaba en el traje blanco la poco agraciada novia. No era una de esas mujeres que se eligen para “echarle un retrato”. Los dos “matrimonios de Cádiz” concluyeron en que aquella pareja era “tal para cual”.


Tras el espectáculo y el picnic tenían previsto acercarse hasta OBERHOFEN para visitar el bonito castillo con su torre asentada en el lago y unida al cuerpo del castillo. De aquí continuarían bordeando la orilla Norte del lago hacia las Cuevas de San Beato, SAN BEATUS HOLDEN, con un parking pequeño gratis al lado de la carretera. Aprox 18 CHF la entrada, en temporada alta con visitas guiadas (inglés, alemán y francés) de 1-1:30 horas, la última a las 17:00 horas. Tiene un bonito recorrido por el bosque pasando por varios puentes desde donde se divisan las cascadas hasta llegar a arriba. Cueva con estalactitas, estalagmitas y cascadas dentro. Temperatura baja en el interior. No son muy espectaculares. Y por último terminar de circunvalar el lago por su ribera Sur para visitar el pueblo de SPIEZ, con su castillo medieval, rodeado de viñas y su iglesia románica con interior barroco.


Esto es lo que tenían previsto, pero lo que realmente hicieron fue dirigirse a FRUTIGEN a coger la habitación del hotel pues habían visto mucho tráfico y el marido-conductor protestaba por no conocer la carretera y  por la segura llegada de la oscuridad nocturna. Así pues, en algo mas de 30 minutos recorrieron los 25 kms que separan Thun de Frutigen.
Frutigen está a la entrada del Valle de Kander que finaliza en Kandersteg, de donde sale el túnel ferroviario de Lötschberg que atravesando los Alpes del Valais acaba en el Valle del Rodano al otro lado de las imponentes montañas alpinas. No es un pueblo con un encanto especial, quizás, su mejor característica, para los viajeros, es que se encuentra a 25 kms de Thun y a 30 kms de Interlaken; y dispone del Hotel National Frutigen
con habitaciones disponibles para las fechas, a un precio no excesivo para el entorno suizo.

El hotel resultó suficiente para las aspiraciones de ambos “matrimonios de Cádiz”, las habitaciones pasaron la revista de limpieza de los ojos escrutadores de las esposas con apto; baño suficiente con mampara acrílica corredera y un secador de pelo, algo nunca desdeñable; y los maridos comprobaron la dureza de los colchones por lo que pudiera pasar. El inglés mímico-gutural les fue compensado por la amabilidad de la chica que los atendió.

Así pues, sobre las seis de la tarde pudieron volver por sus pasos y dirigirse a la ciudad de THUN. En el extremo Norte del Lago Thunersee, con unos 43.000 habitantes, tiene un casco antiguo verdaderamente encantador. Muy agradable para el paseo. Iban justos de tiempo, así que aparcaron el coche todo lo más cerca que pudieron del rio, eje del casco antiguo, en el parking junto al Hotel Freienhof Thun. Una callecita muy estrecha paralela al rio pasando delante de la puerta del hotel. 

El rio Aare cuando entra en el casco antiguo de Thun se abre en dos brazos dejando una pequeña isla en su centro.  Desde el parking buscaron a su derecha el primero de los puentes de madera adornados con flores, el OBERE SCHLEUSEBRÜCKE


De aquí pasearon por la ribera izquierda hasta llegar al segundo puente que cruza el brazo derecho del rio, el UNTERE SCHLEUSEBRÜCKE que igualmente cruzaron para adentrarse en el casco antiguo.

 

Las riberas están completamente atestadas de terrazas agradables con muy diferentes opciones de bares y restaurantes. Hay bonitas fachadas mirando al rio.


Ellos aun estaban contenidos por los casi 5 euros que pagaron por una botella de agua en el Schadau Park y, se preguntaban cuánto costaría en cualquiera de esas terrazas la misma botella de agua o una jarra de cerveza.
Al cruzar el puente giraron a la derecha, como desandando lo andado en la orilla contraria, para buscar el inicio de la calle OBERE HAUPTGASSE.  Calle coqueta, comercial y con bares, que se caracteriza por estar divida en 2 niveles, tienen aceras sobre los tejados de las tiendas que están a un nivel inferior.




Al poco de empezar la calle encontraron un pequeño callejón con escalinata que ascendía hasta la parte superior del casco antiguo donde se acercaron a la STADTKIRCHE, el SCHLOSS THUN (castillo del pueblo,  10:00-17:00, 8 CHF, la visita no guarda nada especial, excepto las vistas de la ciudad y alrededores) y el SCHLOSS SCHADAU (otro castillo convertido en restaurante).  Dada la hora no entraron en ninguno de ellos, pero se maravillaron de las imponentes vistas sobre el lago y las paredes montañas que tenían enfrente.




Dieron un par de vueltas por las callecitas de la parte alta del casco antiguo y bajaron por la misma escalera empinada que subieron. De allí recorrieron toda la HAUPTGASSE hasta llegar a la simpática RATHAUS PLATZ y de aquí giraron de nuevo a la ribera del rio. 

Ya los maridos comentaban: “hombre una cerveza sí que nos  hemos ganado después de un día tan ajetreado”. Las esposas empezaban a quejarse de los pies y reclamaban un asiento con vistas o con cierta tranquilidad. Así pues, unos por el alcohol y otras por el esparcimiento, sin decir palabra de asentimiento, intentaban buscar una terraza en la que abrevar y descansar. Todo lleno.  Tranquilamente dieron un paseo por la ribera, buscaron un sitio tranquilo sin mucho agobio de turistas y con cierto encanto, al fin lo encontraron en la terracita del hotel en cuyo parking cercano dejaron el coche.

La factura, sin comentarios:





Fue un momento de disfrute, de triunfo, ya habían llegado, todo correcto, el avión, las maletas, el hotel, les había encantado lo que habían visto de Suiza y, para remate, habían hablado con los chicos en casa que les habían dejado muy tranquilos con sus contestaciones, aun sabiendo, que la forma de contestar a las preguntas no es garantía ninguna de correspondencia con la realidad.  En fin, tuvieron un momento de felicidad, de esos que hay que agarrar.  Ellos pidieron otras dos cervezas.

De allí, un poco cansados, cantando bajito se dirigieron al coche para poner dirección al hotel en Frutigen.  En el recorrido uno de los maridos azuzó al otro, que tampoco es que necesitara mucha insistencia, para comer algo antes de ir a dormir; de tal guisa que avistaron junto a la carretera un McDonalds. Ellas no querían nada de cenar, habían traído algo de fruta que sería suficiente,  además, concretamente se especificaron las bondades matutinas del kiwi tomado por la noche.

La factura de las hamburguesas, sin comentarios nuevamente:
 



Los últimos kilómetros hacia el hotel los dedicaron a decidir qué dirección cogerían al día siguiente, todo dependía del pronóstico meteorológico. Así pues, concluyeron en ver las webs una vez se pudieran conectar al wifi del hotel. Antes de salir, en Cádiz habían visto que la semana se presentaba con nubes casi todos los días, a excepción del Martes y Jueves.

En el desayuno lo decidirían. Se emplazaron a las 07:30 horas en el salón de desayunos.

Esto de madrugar tanto en vacaciones……….

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