De como "dos matrimonios de Cádiz" se embarcaron en la aventura de vacaciones de verano en Suiza.
Parte Primera: Los Preparativos
El Viernes era el día en el que acostumbraban a cenar como forma de esparcimiento después de una semana cargada de trabajo, dedicaciones y estrés laboral. Nada especial, platos al centro y un postre para cada dos; eso sí, a veces, si no había demasiado cansancio, se dejaban atrapar por la tentación de un gin-tonic, de esos que llaman, especial: ginebra de importanción mezclada con tonica en botella repujada y con mariconadas de enebro y otras fruslerías decorativas sumergidas.
Para los “dos matrimonios de Cádiz”, ya maduritos (la
palabra maduro me recuerda a la fruta, la fruta madura que, en la práctica, es
la mejor; pero también en la práctica, es con la que hay que tener más cuidado,
pues de vez en cuando, alguna está picada o tiene un mal golpe que la hace
perecedera en poco tiempo), la cena de los Viernes era una forma de hacer un
alto en el camino, abrir una ventana de aire fresco purificador ante tanta
ocupación y tanta preocupación semanal.
Los temas de conversación son muy banales, no es que
ellos sean tampoco muy profundos que digamos ni tampoco tienen mayores
problemas que cualquier matrimonio con hijos universitarios, pero destacan
siempre los relacionados con las escapadas de fin de semana, la asistencia a
conciertos u otros espectáculos y, por supuesto, las vacaciones. Fechas y
lugar: las grandes incógnitas. Alinear los días de vacaciones, las de los
padres y las de los hijos, para buscar el hueco, de pocos días, que les
permitieran a ambos matrimonios incrustar su viaje. Y designar el objetivo del
viaje de entre las propuestas que aparecían en las cenas de los Viernes.
¿Y por qué se decidieron por Suiza?, pues muy sencillo;
una de las esposas había visto, en la 2 de Televisión Española, un programa
de viajes sobre Suiza y, había quedado encantada con tanto tren, tanta montaña
alta y, tanto valle con praderas verdes, verdes, verdes. Michael Portillo, exministro conservador de
Defensa británico, de origen español, presenta con su Guía Bradshaw de 1913, un
recorrido por Europa usando las rutas del ferrocarril; y Suiza resultó ser un
país surcado por trenes convencionales, trenes de cremallera, trenes diminutos,
teleféricos y telecabinas; además de un país verde y montañoso; ambas
circunstancias deslumbraron a ambos matrimonios de Cádiz, más acostumbrados a
la sequedad amarilla-marrón de los pastos achicharrados por el Sol y el Levante
inclemente de estos pagos y, con el puerto del Boyar entre Grazalema y El
Bosque como expresión máxima de la altitud de la provincia.
En fin, que este Michael Portillo, tan elegante y casi
sin imposturas, les convenció para dedicar a Suiza su semana de vacaciones del
próximo Agosto.
¿Y qué hacer en Suiza?, ¿toda la semana montados en tren
de aquí para allá? Aquello no encajaba
con sus expectativas para unas vacaciones estivales. Así pues, se dividieron la
tarea de organizar el viaje. Uno de los maridos, en cuanto pudo, compró una
guía de viajes al uso; no precisamente la Guía Bradshaw que llevaba al ristre
el bueno de Michael Portillo, un poco desfasada para estos tiempos; pero si
otra más reciente, que igualmente se queda desfasada de forma rápida, pero hace
mejor su función en estos momentos. El otro de los maridos, se abalanzó por las
tarde-noches en el ordenador a la búsqueda de webs comunitarias, donde viajeros
anónimos, en muchos casos, no tan anónimos, cuentan sus experiencias en
apresurados diarios de viajes. Las esposas se decantaron por indagar en las
ciudades: Berna, Basilea, Lucerna y Zúrich principalmente.
Conclusión de una cena de Viernes: Suiza es para ir a la
montaña, principalmente en tren, patearla y disfrutar de la Naturaleza; por las
tardes se podría visitar alguna de sus ciudades que tampoco es que sean Nueva York, vamos. Además coincidía este año con
el traslado de la gran colección de pintura moderna de Basilea a Madrid, cosa
que cercenó al completo las pocas posibilidades de visita que tenía la ciudad.
¿Y es muy caro Suiza?
Después de varias indagaciones, el calificativo de caro necesita de una
ayuda mayestática; vamos, que es carísimo; además es carísimo homogéneamente,
vayas a donde vayas es caro: supermercado o terraza de la plaza del pueblo. Un
país donde en el mes de mayo han votado en contra de que el sueldo mínimo
interprofesional subiera a 4.000 francos suizos, unos 3.270 euros del momento, mientras
que se quedaba en 2.500 francos suizos, unos 2.000 euros, a la vez que en
España en Enero de 2.015 se situó en 756,70 euros, te puede dar una idea
aproximada del asunto.
Uno de los esposos, más dado a los asuntos económicos,
aportó la evidencia definitiva: el índice Big Mac de McDonalds, donde la
hamburguesa en Suiza ocupa el primer lugar por su coste.
Este índice lo creó la revista The Economist, utilizando
el concepto de la paridad del poder adquisitivo por el cual un dólar convertido
en moneda local al tipo de cambio vigente debe poder comprar la misma
hamburguesa en todos los países del mundo. O sea, que en España cuesta una Big
Mac 4,23 euros y en Suiza 7,45 euros; un 57% más caro.
Tanta era la diferencia que casi da al traste con el
viaje, de no ser por el propósito de moderar los gastos en el trascurso del
viaje que se proponian. A tal fin,en las cenas de los Viernes dedicaron un tiempo, a
partir de entonces, a acordar medidas de contención del gasto tales como no
tomar copas por la noche, no hacer ninguna cena especial o al menos solo una,
comer a medio día bocadillos preparados, contratar un alojamiento con desayuno
al objeto de desayunar fuerte en el hotel antes de salir cada día,…….
¿Y los traslados?. Decidieron ir en avión y alquilar un
coche para tener cierta libertad de desplazamientos, aunque usarían con cierta
frecuencia el ferrocarril.
Se pusieron a la búsqueda de vuelo, en el mes de Abril
para volar en Agosto: me rio del “low cost”, ¡vaya historia!, es un camelo, a
menos, que no te importe salir a las cuatro de la madrugada y aterrizar en un
aeropuerto perdido de la mano de Dios y esto unido a que lleves poco equipaje y tengas las piernecitas y la
barriguita de tamaño mini. Al final, después de mucho Kayak, Rumbo y eDreams,
se decantaron por 203 euros volar Málaga-Zúrich-Málaga con Iberia, que luego
resultó ser Vueling (esto que llaman código compartido, otro camelo), en un
horario que les permitirían aprovechar el primer y último de día de viaje.
El temible aparcamiento del aeropuerto, pues tendrían
que ir en coche propio desde Cádiz hasta Málaga, se cernía como el siguiente
obstáculo que vencer, y se presentó con la friolera de 142 euros por siete días
de estancia. Menos mal que uno de los esposos conocía una oferta de Aena con la
que pudieron dejar la multa en 48 euros. Alucinante el efecto que tiene estar informado,
pero cierto como el sol que te alumbra.
El coche de alquiler, no recuerdo muy bien cómo se
solucionó, pues se dejó, rodando, rodando para el final. Hasta última hora, no
fue cuando declinaron moverse exclusivamente en ferrocarril y el esposo más
entusiasta del cuatro ruedas se decantó por la compañía SIXT, que cobraría 655
euros por los ocho días de préstamo del vehículo grupo CLMR; no sé lo que
significan las siglas, algo así como Coche Ligero Medio Resultón pues a la
postre les dieron un BMW Serie 1 de gasolina.
¿Y el alojamiento?. Ja ja, ríete tú de buscar hotel o
apartamento en Nueva York. De los cuatro integrantes del matrimonio tres dedicaron
parte de su tiempo libre a indagar en las webs de alquiler de casas y de
hoteles. Lo que no estaba completo para las fechas se salía del presupuesto.
Hubieran preferido una casita, de estas tan de postal en un prado verde de
cualquier valle cercano a los Alpes, o quizás un hotel con encanto, como el The Cambrian en Adeldoben,
con su piscina termal con vistas a Los Alpes, pero no pudo ser.
El Hotel National de Frutigen por 163 francos suizos la noche, alojamiento y desayuno, fue su salvación.
con su piscina termal con vistas a Los Alpes, pero no pudo ser.
El Hotel National de Frutigen por 163 francos suizos la noche, alojamiento y desayuno, fue su salvación.
Hotel correcto, con un muy buen desayuno de tenedor completito (pan, embutidos, yogurt y frutas), y
un muy buen restaurante con pastelería adosada.
La localización del hotel no era muy desacertada, aunque
hubiera estado mejor cerca o en los alrededores de Thun o de Interlaken para
facilitar los desplazamientos diarios.
¿Preparamos sándwiches para la semana o comemos donde
vayamos viendo? Esta fue la gran última incógnita que discutieron en las cenas.
El ala economicista de contención del gasto se alió con el ala naturalista de
hacemos un picnic en sitios con encanto y ganó la propuesta de manufacturación
de bocadillos “made in Spain”. Así pues, hicieron una asignación diaria del
condumio: Domingo, día de viaje de ida, Bocadillo Cubano, el único que llevarían
preparado desde Cádiz y que constaba de filetes de cerdo marinados al horno con
jamón cocido y queso; para degustarlo con pan tierno uno de los esposos fue
temprano a la panadería del barrio al objeto de que no faltará de nada en este
bocadillo del primer día. Lunes, Sandwich de Pavo: sándwich con pan de semillas untado con foie,
lonchas de pechuga de pavo y canónigos; Martes, Dobladillo Gaditano "embellecido" con melva canutera de
Bárbate, pimiento morrón y mayonesa, con ciertos recuerdos a la caballa y el tomate de la Punta de San
Felipe; Miércoles, Bocadillo Español de
jamón serrano ibérico que nunca viene mal y un segundo recuerdo patrio de bocadillo
untado en foie y queso manchego; Jueves, Bocadillo Valenciano con atún de
almadraba en aceite de oliva y aceitunas cortaditas en rodajas; Viernes, el
llamado Bocadillo Gourmet hecho a base de melva canutera en pan untado con Lemon Curd y unas rodajas de tomate; y para el Sábado, ultimo día de excursiones, Sándwich Mixto
Plus con una planta de jamón york, queso emmenthal y la segunda planta con
jamón york y salami. Me acaba de entrar hambre (ahora vuelvo).
Solo quedaba adjudicar los itinerarios según los
pronósticos del tiempo, pues en Suiza, y para visitar la montaña, es importantísimo
estar al corriente de la previsión meteorológica. En diferentes webs nos
equivocamos de lo que posteriormente seria el estado del tiempo, pero el
orden de los traslados no alteró el producto final del viaje. Así pues, dispusieron: Domingo
llegada a Zúrich y visita por la tarde a Thun con el correspondiente bocadillo
inaugural en el Lago Thunersee; Lunes, Matterhorn y por la tarde Grindelwald;
Martes, Valle de Laeterbrunnen y por la tarde Berna; Miercoles, Cascadas de
Reichenbachfall-Garganta del rio Aaresch-Gelmerbahn y Glaciar del Ródano;
Jueves Junfrau; Viernes, Monte Pilatus y Lucerna; Sábado, Zúrich y Thun;
Domingo, de regreso a su capilla.
Así resultó, como “dos matrimonios de Cádiz” se
dispusieron a pasar su semana de vacaciones en Suiza, la supercara pero también
la asombrosa.
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