viernes, 14 de agosto de 2015

Viaje a Suiza. Real-Life I: Los preparativos.



De como "dos matrimonios de Cádiz" se embarcaron en la aventura de vacaciones de verano en Suiza.

Viaje a Suiza Real-Life
Parte Primera: Los Preparativos
El Viernes era el día en el que acostumbraban a cenar como forma de esparcimiento después de una semana cargada de trabajo, dedicaciones y estrés laboral. Nada especial, platos al centro y un postre para cada dos; eso sí, a veces, si no había demasiado cansancio, se dejaban atrapar por la tentación de un gin-tonic, de esos que llaman, especial: ginebra de importanción mezclada con tonica en botella repujada y con mariconadas de enebro y otras fruslerías decorativas sumergidas.
Para los “dos matrimonios de Cádiz”, ya maduritos (la palabra maduro me recuerda a la fruta, la fruta madura que, en la práctica, es la mejor; pero también en la práctica, es con la que hay que tener más cuidado, pues de vez en cuando, alguna está picada o tiene un mal golpe que la hace perecedera en poco tiempo), la cena de los Viernes era una forma de hacer un alto en el camino, abrir una ventana de aire fresco purificador ante tanta ocupación y tanta preocupación semanal.

Los temas de conversación son muy banales, no es que ellos sean tampoco muy profundos que digamos ni tampoco tienen mayores problemas que cualquier matrimonio con hijos universitarios, pero destacan siempre los relacionados con las escapadas de fin de semana, la asistencia a conciertos u otros espectáculos y, por supuesto, las vacaciones. Fechas y lugar: las grandes incógnitas. Alinear los días de vacaciones, las de los padres y las de los hijos, para buscar el hueco, de pocos días, que les permitieran a ambos matrimonios incrustar su viaje. Y designar el objetivo del viaje de entre las propuestas que aparecían en las cenas de los Viernes.
¿Y por qué se decidieron por Suiza?, pues muy sencillo; una de las esposas había visto, en la 2 de Televisión Española, un programa de viajes sobre Suiza y, había quedado encantada con tanto tren, tanta montaña alta y, tanto valle con praderas verdes, verdes, verdes.  Michael Portillo, exministro conservador de Defensa británico, de origen español, presenta con su Guía Bradshaw de 1913, un recorrido por Europa usando las rutas del ferrocarril; y Suiza resultó ser un país surcado por trenes convencionales, trenes de cremallera, trenes diminutos, teleféricos y telecabinas; además de un país verde y montañoso; ambas circunstancias deslumbraron a ambos matrimonios de Cádiz, más acostumbrados a la sequedad amarilla-marrón de los pastos achicharrados por el Sol y el Levante inclemente de estos pagos y, con el puerto del Boyar entre Grazalema y El Bosque como expresión máxima de la altitud de la provincia.


En fin, que este Michael Portillo, tan elegante y casi sin imposturas, les convenció para dedicar a Suiza su semana de vacaciones del próximo Agosto.

¿Y qué hacer en Suiza?, ¿toda la semana montados en tren de aquí para allá?  Aquello no encajaba con sus expectativas para unas vacaciones estivales. Así pues, se dividieron la tarea de organizar el viaje. Uno de los maridos, en cuanto pudo, compró una guía de viajes al uso; no precisamente la Guía Bradshaw que llevaba al ristre el bueno de Michael Portillo, un poco desfasada para estos tiempos; pero si otra más reciente, que igualmente se queda desfasada de forma rápida, pero hace mejor su función en estos momentos. El otro de los maridos, se abalanzó por las tarde-noches en el ordenador a la búsqueda de webs comunitarias, donde viajeros anónimos, en muchos casos, no tan anónimos, cuentan sus experiencias en apresurados diarios de viajes. Las esposas se decantaron por indagar en las ciudades: Berna, Basilea, Lucerna y Zúrich principalmente.
Conclusión de una cena de Viernes: Suiza es para ir a la montaña, principalmente en tren, patearla y disfrutar de la Naturaleza; por las tardes se podría visitar alguna de sus ciudades que tampoco es que sean Nueva York, vamos. Además coincidía este año con el traslado de la gran colección de pintura moderna de Basilea a Madrid, cosa que cercenó al completo las pocas posibilidades de visita que tenía la ciudad.

¿Y es muy caro Suiza?  Después de varias indagaciones, el calificativo de caro necesita de una ayuda mayestática; vamos, que es carísimo; además es carísimo homogéneamente, vayas a donde vayas es caro: supermercado o terraza de la plaza del pueblo. Un país donde en el mes de mayo han votado en contra de que el sueldo mínimo interprofesional subiera a 4.000 francos suizos, unos 3.270 euros del momento, mientras que se quedaba en 2.500 francos suizos, unos 2.000 euros, a la vez que en España en Enero de 2.015 se situó en 756,70 euros, te puede dar una idea aproximada del asunto.
Uno de los esposos, más dado a los asuntos económicos, aportó la evidencia definitiva: el índice Big Mac de McDonalds, donde la hamburguesa en Suiza ocupa el primer lugar por su coste.
               


Este índice lo creó la revista The Economist, utilizando el concepto de la paridad del poder adquisitivo por el cual un dólar convertido en moneda local al tipo de cambio vigente debe poder comprar la misma hamburguesa en todos los países del mundo. O sea, que en España cuesta una Big Mac 4,23 euros y en Suiza 7,45 euros; un 57% más caro.
Tanta era la diferencia que casi da al traste con el viaje, de no ser por el propósito de moderar los gastos en el trascurso del viaje que se proponian. A tal fin,en las cenas de los Viernes dedicaron un tiempo, a partir de entonces, a acordar medidas de contención del gasto tales como no tomar copas por la noche, no hacer ninguna cena especial o al menos solo una, comer a medio día bocadillos preparados, contratar un alojamiento con desayuno al objeto de desayunar fuerte en el hotel antes de salir cada día,…….

¿Y los traslados?. Decidieron ir en avión y alquilar un coche para tener cierta libertad de desplazamientos, aunque usarían con cierta frecuencia el ferrocarril.
Se pusieron a la búsqueda de vuelo, en el mes de Abril para volar en Agosto: me rio del “low cost”, ¡vaya historia!, es un camelo, a menos, que no te importe salir a las cuatro de la madrugada y aterrizar en un aeropuerto perdido de la mano de Dios y esto unido a que lleves poco equipaje y tengas las piernecitas y la barriguita de tamaño mini. Al final, después de mucho Kayak, Rumbo y eDreams, se decantaron por 203 euros volar Málaga-Zúrich-Málaga con Iberia, que luego resultó ser Vueling (esto que llaman código compartido, otro camelo), en un horario que les permitirían aprovechar el primer y último de día de viaje.
El temible aparcamiento del aeropuerto, pues tendrían que ir en coche propio desde Cádiz hasta Málaga, se cernía como el siguiente obstáculo que vencer, y se presentó con la friolera de 142 euros por siete días de estancia. Menos mal que uno de los esposos conocía una oferta de Aena con la que pudieron dejar la multa en 48 euros. Alucinante el efecto que tiene estar informado, pero cierto como el sol que te alumbra.


El coche de alquiler, no recuerdo muy bien cómo se solucionó, pues se dejó, rodando, rodando para el final. Hasta última hora, no fue cuando declinaron moverse exclusivamente en ferrocarril y el esposo más entusiasta del cuatro ruedas se decantó por la compañía SIXT, que cobraría 655 euros por los ocho días de préstamo del vehículo grupo CLMR; no sé lo que significan las siglas, algo así como Coche Ligero Medio Resultón pues a la postre les dieron un BMW Serie 1 de gasolina.


¿Y el alojamiento?. Ja ja, ríete tú de buscar hotel o apartamento en Nueva York. De los cuatro integrantes del matrimonio tres dedicaron parte de su tiempo libre a indagar en las webs de alquiler de casas y de hoteles. Lo que no estaba completo para las fechas se salía del presupuesto. Hubieran preferido una casita, de estas tan de postal en un prado verde de cualquier valle cercano a los Alpes, o quizás un hotel con encanto, como el The Cambrian en Adeldoben,
con su piscina termal con vistas a Los Alpes, pero no pudo ser.
El Hotel National de Frutigen por 163 francos suizos la noche, alojamiento y desayuno, fue su salvación.

Hotel correcto, con un muy buen desayuno de tenedor completito (pan, embutidos, yogurt y frutas), y un muy buen restaurante con pastelería adosada.
La localización del hotel no era muy desacertada, aunque hubiera estado mejor cerca o en los alrededores de Thun o de Interlaken para facilitar los desplazamientos diarios.

¿Preparamos sándwiches para la semana o comemos donde vayamos viendo? Esta fue la gran última incógnita que discutieron en las cenas. El ala economicista de contención del gasto se alió con el ala naturalista de hacemos un picnic en sitios con encanto y ganó la propuesta de manufacturación de bocadillos “made in Spain”. Así pues, hicieron una asignación diaria del condumio: Domingo, día de viaje de ida, Bocadillo Cubano, el único que llevarían preparado desde Cádiz y que constaba de filetes de cerdo marinados al horno con jamón cocido y queso; para degustarlo con pan tierno uno de los esposos fue temprano a la panadería del barrio al objeto de que no faltará de nada en este bocadillo del primer día. Lunes, Sandwich de Pavo: sándwich con pan de semillas untado con foie, lonchas de pechuga de pavo y canónigos; Martes, Dobladillo Gaditano "embellecido" con melva canutera de Bárbate, pimiento morrón y mayonesa, con ciertos recuerdos a la caballa y el tomate de la Punta de San Felipe; Miércoles,  Bocadillo Español de jamón serrano ibérico que nunca viene mal y un segundo recuerdo patrio de bocadillo untado en foie y queso manchego; Jueves, Bocadillo Valenciano con atún de almadraba en aceite de oliva y aceitunas cortaditas en rodajas; Viernes, el llamado Bocadillo Gourmet hecho a base de melva canutera en pan untado con Lemon Curd y unas rodajas de tomate; y para el Sábado, ultimo día de excursiones, Sándwich Mixto Plus con una planta de jamón york, queso emmenthal y la segunda planta con jamón york y salami. Me acaba de entrar hambre (ahora vuelvo).

Solo quedaba adjudicar los itinerarios según los pronósticos del tiempo, pues en Suiza, y para visitar la montaña, es importantísimo estar al corriente de la previsión meteorológica. En diferentes webs nos equivocamos de lo que posteriormente seria el estado del tiempo, pero el orden de los traslados no alteró el producto final del viaje. Así pues, dispusieron: Domingo llegada a Zúrich y visita por la tarde a Thun con el correspondiente bocadillo inaugural en el Lago Thunersee; Lunes, Matterhorn y por la tarde Grindelwald; Martes, Valle de Laeterbrunnen y por la tarde Berna; Miercoles, Cascadas de Reichenbachfall-Garganta del rio Aaresch-Gelmerbahn y Glaciar del Ródano; Jueves Junfrau; Viernes, Monte Pilatus y Lucerna; Sábado, Zúrich y Thun; Domingo, de regreso a su capilla.

Así resultó, como “dos matrimonios de Cádiz” se dispusieron a pasar su semana de vacaciones en Suiza, la supercara pero también la asombrosa.

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