domingo, 22 de octubre de 2017

Pollo al ajillo

Un clásico de la cocina popular, de la cocina de campaña, de las buenas ventas de camioneros con hambre y de las casas de comida genuinas de pueblo. Pollo al ajillo, dicen que sabe a autentico, sin tonterías. 
Fácil, rápido y resultón. Un plato muy socorrido para el cebado de la muchachada feliz y energetica.

Ingredientes:
1 cabeza grande de ajos
1 guindilla
1 pollo troceado
2 hojas de Laurel
1 ramita de Tomillo
Zumo de 1/2 limón
1/2 vaso (150 mil) de vino amontillado de Jerez
1/2 vaso (150 ml) de caldo de pollo
Sal
Pimienta Negra recién molida
Aceite de Oliva Virgen Extra

Chafamos los ajos con la hoja amplia y apaisada de un cuchillo grande.
Le dejamos la piel.
Los incorporamos junto a la guindilla a una sartén con abundante aceite de oliva virgen extra.
Fuego medio
Vamos dando varias vueltas a los ajos, es importante que el fuego esté medio.
Dejamos que se doren y retiramos.
Salpimentamos los trozos de pollo.
Se puede hacer con trozos de bocado o con trozos de mayor tamaño, como es nuestro caso.
Se le puede quitar la piel, si quieres el plato más ligero, pero la piel aporta poca grasa y bien doradita, casi crujiente, es una experiencia sublime para algunos.
En el mismo aceite freímos los trozos de pollo, bien sellados y fritos.
A medida que se van dorando los vamos retirando.
Poco a poco, vamos friendo en tandas todos los trozos de pollo. Apartamos.
Una vez todos fritos, los ponemos en una sartén con muy poco aceite (media cucharada), añadimos los ajos dorados y la guindilla, un par de hojas de laurel y una ramita de tomillo.
A fuego medio.
Añadimos el zumo de medio limón.
Añadimos medio vaso de vino amontillado de Jerez (se puede usar vino fino blanco).
Añadimos medio vaso de caldo de pollo.
Subimos el fuego un poco y dejamos que todos los sabores se integren.
Mientras freímos unas patatas cortadas en bastones un poco gruesos.
A medida que se van haciendo las patatas las vamos incorporando a la sartén donde tenemos el pollo a fuego medio.
Tapamos y dejamos un poco de tiempo para que se integren todos los sabores.
Dejar tapado hasta el momento de servir.
Se puede variar el punto de picante, añadiendo o quitando la guindilla y la pimienta molida.
Igualmente el punto de sal se modifica, tanto en el pollo con en las patatas fritas.
Por ultimo, la salsita resultante también se adecua al gusto de cada uno poniendo más o menos la cantidad de caldo de pollo que se desee. Teniendo en cuenta que las patatas cogerán parte del caldo.
A la muchachada le encanta y a los viejóvenes más, pues pica un poco, excusa perfecta para otra cerveza bien fría.
Este plato tiene adeptos a los trozos de pollo bien dorados, tiene forofos de las patatas impregnadas de la salsita; otros correligionarios prefieren mojar el pan y los más golosos se pirran por los ajitos domesticados a fuego medio.










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