domingo, 13 de noviembre de 2016

Viaje Castillos del Loira 2.016. Real-Life III. Castillo de Chambord

De cómo ambos matrimonios de Cádiz pedalean por la ribera del Loira para visitar el Castillo de Chambord y vuelven a Blois para cenar en Vespa.
Castillo de Chambord
El cielo ha amanecido sin una nube y la previsión del día es de altas temperaturas; estamos en Agosto, en el Agosto seco y caluroso de 2.016. Hoy toca el Castillo de Chambord, el auténtico campeón de los castillos del Loira, un pabellón de caza mandado a construir, entre 1.519 y 1.539, por Francisco I de Francia con más de 440 habitaciones, 365 chimeneas y 84 escaleras.
Si solo hubiese tiempo para visitar un único castillo en el valle del Loira, este debería ser el elegido, repetida imagen de guías y carteles, y uno de los mejores ejemplos de la arquitectura renacentista francesa.

El desayuno tempranito, pues ya sabemos que estos gaditanos son de natural madrugadores, se hace en el pequeño y ajardinado patio interior de la casa.
Tras desayunar, acicalarse reglamentariamente, y terminar los pocos preparativos logísticos para la jornada, poco más de las 9 de la mañana ya están los turistas gaditanos deambulando por Blois. 
Justo al final de la ascendente calle hay un parque, llamado Jardin de l´Evèché, donde el día anterior vieron un quiosco de alquiler de bicicletas: Vélo Châto.
Antes de las 10 de la mañana, se les ve haciendo cola junto a unos japoneses (pululan por todos lados) y una parejitas de jóvenes franceses esperando a que aparezca el encargado/dueño del tinglado.
El encargado/dueño es un tipo simpático, aunque llegase tarde, que les apañó las bicicletas, comprobó la presión de las ruedas, la altura del sillín y el funcionamiento de los cambios de marcha. Eah, ya podéis hacer el Tour de France. Lo mejor de las bicicletas es que los sillines son grandes como asientos de camión, parecen cómodos y dan la impresión de que soportaran bien las posaderas gaditanas, las de ellas y las de ellos que también son protuberantes.
Mariano firmó el recibí a la entrega de las  "velos", aflojó "la de Ubrique" y soltó los 60 "coletos" de remanguillé. No está mal, hombre, le comentó Charly: 15€ por bici al día tampoco es mucho.
Dejaron el careto de Mariano, en su carnet de identidad, como garantia de que retornarían para devolver las bicicletas, y de paso, para recoger el DNI retenido en prenda.
La idea es ir, en bicicleta, desde Blois hasta el Castillo de Chambord bordeando la ribera del Loira, y volver por el recorrido interior; calcularon unos 35-40 kms, que finalmente fueron algunos más. Pero eso lo veremos al concluir la jornada ciclista.
La temperatura era muy agradable, y tras comprar unas botellas de agua y unos sandwiches, cruzaron el río
y, sin mayor complicación, entraron en el recorrido señalizado subiendo el Loira en dirección a Chambord.
Justo al cruzar el puente, tras unos metros, el sendero comienza en un parque colindante al rio, que los acompañará durante bastante tiempo. Observerse la gorrita protectora que porta el ciclista al objeto del cubrir el cartonaje cefálico.
Las vistas son esplendidas, el rio Guadalete es más churro que es este, pero el Guadalquivir entre Sanlucar de Barrameda y Doñana no tiene mucho que envidiarle; suelta Mariano.
Durante todo el recorrido son muchos los rincones donde se paran a disfrutar de este magnifico río cargado de vida, margenes verdes tupidas.
En el lado contrario la coqueta comuna de Menars con sus casas que se acercan al río
y el campanario de la iglesia con el barco de recreo para turistas
Un poco más avanzado el recorrido, llegando al pequeño pueblo de Saint-Dye-sur-Loire, el sendero se puebla de una vegetación más densa y frondosa.
Y el rio Loria con sus pequeñas islas de arena
La mañana avanzaba y al llegar al pueblo de Saint Dyé sur Loire encontraron un pequeño bar con terraza en un patio interior donde descansaron un poco mientras daban cuenta de unos refrescos con hielo. 
Desde Saint Dyé sur Loire hasta el Castillo de Chambord hay una distancia de unos 6 kms que transcurre por pequeños caminos rodeados de alta vegetación.
La gorra va pasando de cabeza en cabeza, el calor comienza a hacerse notar y la caballerosidad obliga a ceder la protección.
Al poco tiempo se entra en el Parque o Dominio o Reserva de Caza Nacional de Chambord con una superficie de 5.440 hectáreas surcada por muchos caminos y carreteras.
Al poco, tras salir del espeso bosque se vislumbra a los lejos la parte trasera del castillo, que en esto días está de restauración.
encargó el trabajo a Domenico da Cortona, aunque son cada vez más los que atribuyen al menos parte del diseño (en especial la gran escalera del interior) a Leonardo da Vinci, que pasó sus últimos años al servicio del rey francés en el cercano castillo de Amboise.
encargó el trabajo a Domenico da Cortona, aunque son cada vez más los que atribuyen al menos parte del diseño (en especial la gran escalera del interior) a Leonardo da Vinci, que pasó sus últimos años al servicio del rey francés en el cercano castillo de Amboise.
encargó el trabajo a Domenico da Cortona, aunque son cada vez más los que atribuyen al menos parte del diseño (en especial la gran escalera del interior) a Leonardo da Vinci, que pasó sus últimos años al servicio del rey francés en el cercano castillo de Amboise.
Francisco I encargó la obra a Domenico da Cortona,
aunque algunos historiadores atribuyen, al menos el diseño, en especial de la gran escalera interior, a Leonardo da Vinci, que pasó sus últimos años al servicio del rey francés.
¡¡Fijate Mariano. las obras del catillo empezaron en 1.519 y parece que aún no han terminado, luego se quejan de los constructores de hoy¡¡
Mandado levantar por Francisco I de Francia (1.494-1.547) como pabellón de caza, lo visitó en muy pocas ocasiones, solo pasó en el 72 días de todo su reinado; unas veces acompañado de su corte en busca de venados, y otras para vanagloriarse ante visitas extranjeras, como la de su primo el emperador Carlos I de España (1.500-1.558) con el que mantuvo una gran rivalidad durante toda su vida, que visitó el castillo en 1.539.
Hay que recordar que Carlos I de España lo hizo prisionero en la Batalla de Pavía en 1.525 y lo tuvo preso en Madrid hasta 1.526 cuando se avino a firmar el Tratado de Madrid, que luego el rey galo incumpliría. Eran primos, el español era emperador y el frances quería ser algo más de lo que era.
Al llegar al castillo, los gaditanos descubren que es uno de los monumentos más visitados de Francia, pues los turistas pululan por todos lados. Ya ha pasado el mediodía y el calor aprieta, pero a pesar de ello, dan un gran paseo por los caminos que rodean el castillo.
Al girar hacia la entrada principal encuentran una galeria de árboles donde tomar el picnic bien ganado tras la media jornada de ciclismo.
Tras dejar las bicicletas estacionadas y enlazadas por una cadena con candado se dirigieron a hacer la  preceptiva visita al castillo
Tras aflojar 11€ por cada entrada pudieron a acceder al recinto.
Hay tanta gente como para poder montar otra batalla de Pavia. Estamos en pleno Agosto y se nota en la afluencia de turistas.
En la planta baja destaca la gran escalera formada por dos rampas gemelas que se superponen
como una doble helice
alrededor de un núcleo hueco y calado
En las dos plantas del castillo hay varias salas abovedadas con casetones con el emblema de Francisco I, la salamandra, por el ser el animal que "resiste y sobrevive al fuego"
y con la F con corona, alusiva a su nombre regio
En el exterior la arquitectura renacentista se muestra espléndida.
El mobiliario del castillo es subastado en 1.792 en medio de la Revolución Francesa, motivo por el cual el castillo está desprovisto de muebles y enseres: las salas y paredes peladas y mondadas.
Una vez subido y bajado, ido y venido, los gaditanos deciden tomar un último respiro, en forma de helados, antes de la vuelta en bicicleta a Blois.
El trayecto de vuelta a Blois lo hacen por el interior, que resultará menos atractivo que el camino de la ribera del Loira. Para salir del parque deben tomar, en primer lugar, una de las carreteras que lo cruzan
Y rápidamente se pasa a los senderos rodeados de gran vegetación que hace más agradable el pedaleo
Pero todo lo bueno se acaba, y los gaditanos sufren la inclemencia de este Sol francés en los últimos tramos del recorrido, terrenos menos protegidos por la vegetación y más dedicados a la agricultura en grandes explotaciones.
A las 7 de la tarde, al limite del horario de cierre del quiosco de las bicicletas, llegan a Blois, un poco cansados y con más kilómetros en las piernas de los que habian previsto en un primer momento.
Un poco cansados, ambos matrimonios ascienden por la calle que separa el parque, donde han devuelto las bicicletas, hasta la casa de alquiler, van contentos pues el día les ha cundido y el cansancio se olvida rápidamente.
Para la cena de hoy han elegido el Restaurante Le Vespa, situado en una pequeña plaza arbolada muy coqueta cerca de la casa, donde les atienden unos chicos que no hablan ni papa de ingles ni papa de español ni papa de na de na, solo francés, pero se entienden de maravilla.
Vino blanco, media limeta
Un par de fresquisimas ensaladas y dos pizzas de masa fina son el centro de la cena que se finaliza con unos postres.
Ya de vuelta, Mariano comenta: sabéis que el rey Francisco I de Francia tenia fama de ser muy bravucón y mujeriego, muy preocupado por la pompa y las apariencias, tanto es así que Victor Hugo lo describió en una obra de teatro que sirvió de base para el texto del Rigoletto de Verdi.
En el Rigoletto, el duque de Mantua, trasunto del rey, canta el famoso aria La Donna È Mobile
                           

                               La donna è mobile
                               qual piuma al vento
                               muta d'accento
                               e di pensiero.
                              Sempre un amabile
                              leggiadro viso,
                              in pianto o in riso
                              è menzognero.
                              La donna è mobile
                              qual piuma al vento
                              muta d'accento
                              e di pensier
                              e di pensier
                              e di pensier.
                              È sempre misero
                              chi a lei s'affida
                              chi le confida
                              mal cauto il core!
                              Pur mai non sentesi
                              felice appieno
                              chi su quel seno
                              non liba amore!
                              La donna è mobile;
                             qual piuma al vento
                             muta d'accento
                             e di pensier
                             e di pensier
                             e di pensier!
La mujer es cambiante
cual pluma al viento
cambia de palabra
y de pensamiento.
Siempre su amable
hermoso rostro
en llanto o en risa
es engañoso.
La mujer es cambiante
cual pluma al viento,
cambia de palabra
y de pensar.
y de pensar
y de pensar.
Siempre es desgraciado
quien en ella confía
quien le entrega
incauto el corazón!
¡Pero aun así no se siente
plenamente feliz
quien de su pecho
no beba amor!
¡La mujer es cambiante
cual pluma al viento,
cambia de palabra
y de pensar
y de pensar
y de pensar!





















































No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario